La importancia 

del GATEO en la Organización  Neurológica Funcional


El Gateo: Un Paso Clave en la Organización Neurológica Funcional

En los primeros años de vida, el cerebro del niño se desarrolla a una velocidad impresionante. Cada movimiento, cada experiencia y cada estímulo sensorial contribuye a construir conexiones neuronales que serán la base de su aprendizaje futuro. Entre estos hitos del desarrollo temprano, el gateo ocupa un lugar fundamental.

¿Qué es el gateo?

El gateo es una etapa del desarrollo motor que generalmente aparece entre los 6 y los 10 meses de edad. Se trata del desplazamiento del bebé en el suelo utilizando manos y rodillas. Aunque algunos niños pueden adoptar estilos distintos de desplazamiento (como arrastrarse o desplazarse sentados), el gateo clásico cruzado (una mano y la rodilla contraria avanzan juntas) es el más beneficioso desde el punto de vista neurológico.


¿Por qué es tan importante gatear?

El gateo no es solo una cuestión de movimiento. Es una actividad integradora que estimula diversas áreas del desarrollo infantil:

1. Conexiones entre hemisferios cerebrales

Durante el gateo cruzado, el niño debe coordinar movimientos opuestos del cuerpo (mano derecha con pierna izquierda y viceversa), lo que implica la activación simultánea de ambos hemisferios cerebrales. Esta coordinación fortalece el cuerpo calloso, una estructura que conecta ambos hemisferios y facilita la comunicación entre ellos. Esta integración es esencial para habilidades como la lectura, la escritura y la resolución de problemas.

2. Desarrollo de la visión binocular

Mientras gatea, el niño enfoca su vista a distintas distancias, lo que fortalece la coordinación entre ambos ojos. Esto contribuye al desarrollo de la percepción visual profunda y la capacidad de seguir objetos con la mirada, habilidades clave para la lectura y la orientación espacial.

3. Coordinación motora y equilibrio

El gateo fortalece músculos del tronco, brazos y piernas, esenciales para el equilibrio y la postura. También mejora la coordinación ojo-mano, lo que más adelante facilitará actividades como abotonarse la ropa, recortar con tijeras o escribir.

4. Orientación espacial y sentido del ritmo

El niño aprende a ubicarse en el espacio, a entender direcciones, y a moverse con ritmo y fluidez. Estos aspectos influyen directamente en el aprendizaje posterior de las matemáticas, la lectura y la escritura.


¿Qué pasa si un niño no gatea?

Aunque no todos los niños gatean y muchos pueden caminar sin haberlo hecho, omitir esta etapa puede generar ciertas dificultades en el futuro, especialmente si no se estimulan otras actividades que suplan sus beneficios. Algunos de los problemas que podrían aparecer incluyen:

  • Dificultades en la lectura y escritura: La falta de integración entre hemisferios puede afectar la coordinación visual y motora.

  • Problemas de atención: El gateo entrena al cerebro para concentrarse en múltiples tareas a la vez, como moverse, observar y mantener el equilibrio.

  • Déficits en la percepción espacial: Esto puede dificultar la orientación en el papel o el reconocimiento de letras y números.

  • Torpeza motriz: Puede presentarse en actividades que requieren coordinación fina, como atarse los zapatos o cortar con tijeras.

  • Problemas de equilibrio y postura: Dificultades para mantener la estabilidad al estar sentado mucho tiempo, lo cual afecta el aprendizaje escolar.


¿Qué podemos hacer como padres y educadores?

  • Dar tiempo y espacio al suelo: En lugar de usar sillas o andadores, se debe permitir que el bebé explore libremente el suelo.

  • Evitar adelantar etapas: No es necesario apresurar al niño para que camine. Cada etapa tiene su momento y propósito.

  • Estimular el juego en el suelo: Juegos con pelotas, túneles o almohadas pueden motivar al bebé a gatear.

  • Consultar con especialistas: Si un niño o joven no gateó o presenta algunas de las dificultades mencionadas, se pueden realizar ejercicios de reorganización neurológica para corregir las deficiencias funcionales.


En conclusión

El gateo no es solo un paso hacia la marcha: es una etapa fundamental para el desarrollo neurológico, físico y cognitivo del niño. Respetar los tiempos del desarrollo y ofrecer un entorno de estímulos adecuados es clave para acompañar al niño en su crecimiento. Si ya pasó esta etapa, nunca es tarde para reeducar al cerebro a través de ejercicios de Organización Neurológica Funcional.

Dominga Carbonara
Especialista en Desarrollo Humano, Organización Neurológica Funcional y Biorretroalimentación Cuántica.